La Asociación Norteamericana de Diabetes (ADA),
define la diabetes como un grupo de enfermedades
metabólicas que se caracterizan por hiperglucemia,
debida a defectos en la secreción de insulina, su
acción, o ambas a la vez. En la mayoría de los casos, la
diabetes tipo 2 se atribuye a una combinación de
resistencia a la insulina y fracaso de las células beta,
pero no está claro en que medida cada uno de estos
factores contribuye al desarrollo de la enfermedad.
La resistencia a la insulina es la disminución de la
capacidad de la insulina de ejercer su efecto biológico.
A esta resistencia contribuyen factores ambientales
(obesidad, estilo de vida sedentaria, envejecimiento),
y genéticos, pero probablemente la causa más frecuente
es la obesidad. Para mantener la tolerancia
normal a la glucosa, el páncreas aumenta su producción
de insulina. Aunque los niveles más elevados de
insulina mantienen en límites normales la glucemia,
finalmente el páncreas termina por agotarse, sobreviene
el fracaso de las células beta, y la producción
hepática de glucosa aumenta, lo que provoca un
aumento de la glucosa en ayunas. Este es el momento
en que con más frecuencia se diagnostica la diabetes.
Sin embargo, mucho tiempo antes del diagnóstico,
numerosos pacientes de alto riesgo tienen una intolerancia
hidrocarbonada (IHC; en inglés IGT, por Impaired
Glucose Tolerance), que se deteriora progresivamente
a lo largo de varios años.
La velocidad de
progresión de la IHC a la diabetes se ha estimado en 1%
al 5% anual.
Al desarrollo de la diabetes tipo 2 florida
contribuyen tanto factores genéticos, como del estilo
de vida.
Ref. bibliogràfica: http://www.medigraphic.com/pdfs/h-gea/gg-2002/gg021-2a.pdf
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